Fuente desconocida
Cuentan que cometió dos transgresiones tan terribles que le valieron su
expulsión no sólo del Paraíso, sino de la historia oficial; vaga desde
entonces por los márgenes, por las fronteras del exilio, con largos cabellos y
alas, algunas veces, con rostro de mujer y cuerpo de serpiente, o quizás, con la
mirada lúbrica de los vampiros, otras. Érase que se era el comienzo de los
tiempos, los primeros momentos de la Creación. Dios creó a Adán y supo que no
era bueno que estuviera solo; con barro creó entonces a la mujer, para que lo
acompañara, y le puso por nombre Lilith.
Lilith no obedeció la orden de sumisión que le impusieron; pensaba que era igual
a su marido, que tenía los mismo derechos que él porque habían sido creados con
el mismo barro, no se sentía inferior, ni débil, ni dependiente. Era una mujer
íntegra y como tal quería gozar, al igual que Adán, de la vida y de todo lo que
ésta implicaba, incluidos la sexualidad y el erotismo.
Le propuso, entonces, ciertos cambios para que también ella pudiera sentir
placer. Él, por supuesto, se negó: ella debía aceptar la imposición de amarlo
mirándolo siempre desde abajo. Sin embargo, Lilith se resistía a reconocer como
superior al hombre, aunque él tuviera en el cuerpo la marca de la divinidad.
Evidentemente, no había lugar allí para dos iguales, por lo que decidió
abandonar el Paraíso, antes que someterse y renunciar a sí misma.
Pero antes de partir, cometió la segunda transgresión imperdonable: pronunció el
nombre inefable de Dios. La Ley establece la prohibición; Yaveh es el Dios que
no se menciona. Si en el nombre de la divinidad se concentra toda la fuerza
vital de una comunidad, el pronunciarlo convierte a quien lo haga en un demiurgo
capaz de inventar el Universo. La capacidad de los seres humanos de crear a
través del lenguaje los acerca en algo a la divinidad, pero en el rostro
impenetrable de Dios, en el silencio de su verdadero nombre está el límite.
Lilith osó pensar que tenía derecho sobre su voz, derecho a la palabra, derecho
a nombrar, derecho al logos.
Lilith osó pensar que podía decidir sobre su propio cuerpo, sobre su placer,
sobre su sexualidad. Lilith osó pensar que tenía los mismos derechos que Adán,
los mismos derechos que los hombres.
Lilith osó disponer de su cuerpo; osó disponer de las palabras. Se arrogó el
derecho a nombrar, a pronunciar lo impronunciable. De este modo, liberó al mundo
de los límites de la imaginación y del conocimiento, poniendo en escena el lado
oscuro de la Creación
El castigo divino fue la casi completa desaparición de Lilith de la historia.
Dios quiso borrar a Lilith.
Así, la primera mujer es, al mismo tiempo, la primera desaparecida de la
historia: su nombre fue borrada de la Biblia (se le menciona sólo una vez
-Isaías 34:14-, aunque esta mención no resulta clara en todas las traducciones
al español); su cuerpo fue borrado del relato.
Lilith prefirió su libertad, aunque fuera en una caverna, antes que la vida en
un paraíso que la obligaba a renunciar a su propio deseo. Desde entonces, las
diversas tradiciones la han asociado con la cara oculta del ser (¿el
inconsciente? ), aquel que nos vincula al sexo, a la sangre, a la oscuridad, a la
muerte. Lilith, copulando con el Ángel caído; Lilith con forma de serpiente
tentando a Eva con el fruto prohibido (porque cuando Dios vio que haber hecho a
la mujer con el mismo barro que al hombre había causado tantos problemas,
decidió realizar un nuevo intento, pero, esta vez, borró cualquier pretensión de
independencia, creando a la segunda esposa de una costilla de Adán); Lilith como
vampiro, como súcubo, provocando sueños eróticos en todos aquellos que duermen
solos, Lilith madre de demonios; Lilith con forma de serpiente tentando a Eva con
el fruto prohibido (porque cuando Dios vio que haber hecho a la mujer con el
mismo barro que al hombre había causado tantos problemas, decidió realizar un
nuevo intento, pero, esta vez, borró cualquier pretensión de independencia,
creando a la segunda esposa de una costilla de Adán); Lilith como vampiro, como
súcubo, provocando sueños eróticos en todos aquellos que duermen solos, Lilith
“madre de demonios, Lilith inculcando deseos de autonomía. Lilith que quisieran
silenciada; Lilith que quisieran desaparecida. Lilith dueña de su cuerpo y de su
lengua, del placer y la palabra.
Presentando a nuestra protagonista
* Lilith pertenece a la tradición judaica aunque, según algunos, haya sido
tomada prestada de la mesopotámica, dentro de la cual es posible hallarla
morando entre las ramas de un árbol que la mismísima Inanna plantó en un jardín
sagrado de la ciudad de Uruk después de haberlo rescatado de las aguas del
Éufrates, para hacerse de él un trono y un lecho, una vez crecido.
* El nombre de Lilith deriva del hebreo Lil, que significa noche, por lo que
Lilith vendría a significar la nocturna, término que nos transmite la idea de
oscuridad, de ausencia de luz, y que se relaciona con sus características
personales y su ámbito de acción: la otra faz del día y los hechos que en tal
momento acontecen. Una de sus representaciones y uno de sus animales asociados,
la lechuza, refuerza esta consideración al tratarse de un ser que se desenvuelve
en las tinieblas.
* Se han hecho muchas traducciones, equivalencias y comparaciones del término Lilith, y ninguna de ellas demasiado agradable, pues se la conoce como Ave de
noche (ahora sin especificar) , ser monstruoso, ente espectral, fantasma
nocturno, diablesa, etc.; se la ha llegado a emparentar con las tentadoras,
sensuales y libidinosas súcubos, tan famosas en el Medioevo, erigiéndose nada
menos que en Reina de las mismas.
* Lilith ha sido vinculada también con unos seres parecidos a los demonios del
mediodía griegos (esta vez diurnos), ninfas de los campos de tersos cuerpos
etéreos relucientes de sol; criaturas indomables, inocentes, ardientes y
salvajes, que fascinan y enloquecen a los campesinos enamorándolos sin remisión.
Algunas tradiciones cuentan, a este respecto, que entre el cabello de Lilith se
encuentran, enredados, los corazones de los jóvenes que sucumbieron a su hechizo
* Se ha comparado a Lilith con las terribles lamias de la tradición grecorromana
(recordemos a la reina Lamia que por su crueldad fue transformada en fiera y que
devoró luego a sus hijos) y con las lamias de las creencias medievales, tanto
seres de rostro de mujer y cuerpo de dragón como maléficas féminas que se
alimentan de niños, que conviven con dragones acumuladores de tesoros en cuevas,
y que tienen como distintivo un peine de oro, estando muchas veces provistas de
unas patas (en lugar de pies) que terminan en pezuña hendida; guardan cierto
parecido con algunas representaciones de las regentes y protectoras de fuentes y
manantiales gallegas y cántabras, herederas de la tradición celta, y con algunos
personajes femeninos de cuentos y leyendas que, a veces, aparecen con uno de sus
pies correspondiendo al de un macho cabrío o al de una oca, siempre aludiendo a
la presencia de un componente animal todavía activo, algo arcaico aún no del
todo eliminado de ellas.
* Se le ha encontrado cierta semejanza a Lilith con las Xanas (Janas: Dianas)
astures y las lamias del folklore vasco, aquellos seres similares a las hadas, a
las ninfas y a criaturas de la Naturaleza semejantes, servidoras y a veces
representantes de la propia Diosa Mari (la Gran Madre y también la Madre
Tierra), que castigan y premian a los humanos (uno de sus regalos favoritos es
la posibilidad de transmutar el carbón o paja de sus favorecidos en oro); que
habitan en montañas, cavernas, cuevas y oquedades diversas, así como en
manantiales y fuentes; y que a menudo aparecen hilando o alisando su largo
cabello con unos peines de oro que semejan la media luna, o recorren los cielos,
aureolada su cabeza con el blanco resplandor de la luna llena, o bien cruzan el
firmamento portando una hoz de oro mientras arrastran consigo las tempestades y
se envuelven en unas lenguas de fuego que desdibujan y afilan sus miembros
inferiores.
* Además, se ha equiparado a Lilith con seres semejantes a las ondinas o a las
nereidas, imaginándosela entonces con la parte inferior de su cuerpo
correspondiendo a un animal acuático, tanto un pez como una serpiente marina.
* Se la ha asociado, aun, con serpentinas figuras infernales de torso humano
similares a la Equidna griega o a otras habitantes del mundo inferior (la
mansión de los muertos, el inframundo y también el inconsciente) como Hécate,
por ejemplo, provocadoras de pesadillas, portadoras de terrores nocturnos,
generadoras de espanto y relacionadas con los vínculos que se ansían pero que
aprisionan, con la fuente del deseo, con la fuerza de las pulsiones, con la
intensidad de los motivos humanos íntimos que instan a su satisfacción y que
pueden llegar a ser destructivos. (Resaltemos aquí el hecho de que, entre su
mucha descendencia monstruosa, como el Can Cerbero, guardián del Hades, Equidna
fue la madre del buitre que ha de devorar por toda la eternidad las entrañas de
Prometeo encadenado al Cáucaso).
* Hay que señalar que Lilith en algunos aspectos está vinculada con todas las
Diosas Madres que conllevan un matiz de oscuridad, que reinan sobre los
elementos (riquezas includas) del mundo subterráneo y que se relacionan con el
aspecto vida y muerte de las cosas. Son cuna y sepulcro, principio y fin.
* Por último, no olvidemos que Lilith es representada popularmente como una
seductora mujer, sin más vestido que su propia piel, provista de abundante pelo
rizado (rojo por más señas) que se extiende como un manto a su alrededor; y que
tiene por costumbre sentarse sobre la concavidad de la media luna.
Se trata de la luna oscura, que aparece visible al tercer día de la luna nueva
en el horizonte oeste, mostrando una breve franja de luz arqueada,
permitiéndonos contemplar las sombras que envuelven al resto de la esfera.
Lilith en la tradición hebrea
* El Talmud describe a Lilith como una bella y encantadora fémina de opulenta
figura y espectacular cabellera ondulada y la cree madre de gigantes y
monstruos. Algunas versiones de este texto nos la emparentan con un animal de
pelo muy abundante perteneciente a una antigua especie no precisada, ya extinta
y problablemente desconocida en la actualidad.
* En la demonología cabalística se la designa como uno de los siete demonios
tradicionales, en concreto el adversario del genio de Venus, siendo ambos
regentes del viernes. En tal versión, Lilith tiene faz humana, lleva el busto
desnudo y su cuerpo termina en una larga cola de serpiente.
* También en la Cábala se la llama la reflexión femenina de Samael o
Samael-Lilith. Satanás es el adversario por excelencia y una de las versiones de
Samael, y Lilith asumiría características de doble opuesto y doble
contrario. Desde aquí se la entiende de nuevo como un ente maligno semianimal o
medio humano.
* En el Zohar se la conoce como Hayo Bischat: la Bestia, y también la Mala
Bestia, y se afirma que de ella descienden nuestros actuales monos.
* Finalmente, no podemos olvidar las tradiciones de corte astrológico que
relacionan a Lilith con la luna negra. En este contexto, estaría representada
gráficamente por un punto concreto del cielo situado en la parte más alejada de
la órbita lunar respecto a la tierra.
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Amuleto de lilith |